sábado, 31 de diciembre de 2011

ITUANGO:SE DESPIDE EL DR LUIS ALFREDO RAMOS DE ITUANGO..

Un sólo pensamiento de gratitud hacia el cielo, es la oración más perfecta.
Y tengo, para consuelo mío, dos extrañas flores blancas -encogidas ahora, ennegrecidas, aplastadas y frágiles- para atestiguar que aun cuando la inteligencia y la fuerza habían desaparecido, la gratitud y una mutua ternura aún se alojaban en el corazón del hombre.
La espiritualidad necesita ser cósmica, que nos permita vivir con reverencia el misterio de la existencia, con gratitud por el don de la vida y con humildad respecto al lugar que el ser humano ocupa en la naturaleza.
La gratitud es una flor que brota del alma
La gratitud es el único secreto que no puede revelarse por sí mismo.
He tenido amigos que han actuado amablemente hacia mí, y ha sido mi buena fortuna causante de tener el poder de darles pruebas substanciales de mi gratitud.
Si se siente gratitud y no se la expresa es como envolver un regalo y no darlo.
Cumple con la gratitud del peregrino, no olvidar nunca la fuente que apagó su sed, la palmera que le brindó frescor y sombra, y el dulce oasis donde vio abrirse un horizonte a su esperanza.
Del hablador he aprendido a callar, del intolerante a ser indulgente y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad. Y por curioso que parezca, no siento ninguna gratitud a esos maestros.
Un hombre orgulloso rara vez es agradecido, porque piensa que todo se lo merece.
Gratitud
Cuando bebas agua, recuerda la fuente.
La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes.
Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que paciente la sostiene.
La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores.
Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a hacer un ingrato.
Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?
¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo!
Olvida que has dado para recordar lo recibido.
Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda.
Resulta totalmente imposible gobernar un pueblo si éste ha perdido la confianza en sus gobernantes.
Engrandecerás a tu pueblo, no elevando los tejados de sus viviendas, sino las almas de sus habitantes.
Los privilegios acabarán, pero el pueblo es eterno.
El pueblo es aquella parte del Estado que no sabe lo que quiere.
La ley suprema es el bien del pueblo.
Quizás el arte de gobernar sea precisamente eso: el arte de saber valorar al pueblo y esforzarse por alentar y cumplir sus sueños.
La gente grata tiene un final ingrato.
Cuando un pueblo trabaja dios lo respeta. Pero cuando un pueblo canta, dios lo ama.
Un pueblo sólo puede ser guiado por costumbres, no por saber.
No existen paises pequeños. La grandeza de un pueblo no se mide por el número de sus habitantes, como no se mide por la estatura la grandeza de un hombre.
Cuando el gobernante mismo obra rectamente, ejercerá influencia sobre el pueblo sin dar órdenes, y cuando el gobernante mismo no obra rectamente, todas sus órdenes serán inútiles.
Cuando un pueblo se exalta es difícil calmarlo; pero cuando está tranquilo es difícil saber cuándo va a exaltarse.
Yo conozco al pueblo: cambia en un día. Derrocha pródigamente lo mismo su odio que su amor.
Un pueblo bien loteado y construido en serie, daría como resultado una impresión de calma, de orden, de limpieza, impondría fatalmante la disciplina a los habitantes.
Hay momentos en que el pueblo sintetiza en la acción los pasajes más significativos de su historia.
Es posible lograr que el pueblo siga al hombre bueno, pero nunca se le podrá forzar a que le comprenda.
El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo.
Poetas, nunca cantemos / la vida de un mismo pueblo, / ni la flor de un solo huerto. /Que sean todos los pueblos / y todos los huertos nuestros.
Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

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